Corrían los años 80, donde todo un país se dividía por ideales que con el tiempo se harían humo. Había protestas de personas que buscaban cierta adrenalina al momento de correr a esconderse, sabiendo que si los encontraban, no llegarían a probar lo que era vivir. En este ambiente existía una familia que intentaba salir adelante con dos hijos a cuesta. La Monse, una niña de familia acomodada que había dejado todo por amor, conociendo una tarde de julio, unos ojos verdes que marcarían el poder de lo que se está dispuesto por amor. Santiago era un joven apuesto, un trabajador que había llegado hace poco tiempo a la capital en busca de nuevos horizontes.
El destino se hacía parte por primera vez en la vida de quien se avecinaba a la realidad. Todo cambiaría nuevamente en la vida de la Monse y de Santiago; buscar ropa acorde a la del niño que vendría, buscar un nuevo nombre, buscar un nuevo destino. Ocurrió todo muy rápido y benjamín ya había entrado al camino de la realidad, que ya venía un poco pedregoso, siendo una sorpresa para sus padres y para todo el mundo. Hubo una pelea tan intensa entre él y el cordón umbilical que llego al extremo que su padre, Santiago, tuvo que tomar una decisión, por sí pasaba algo, que no se esperaba.
Benjamín lucho hasta que nació, un día de un perdido julio con tarde soleada, y con el heladero entonando muy bien su cántico del helado de agua. El Benja, como lo llamaron, vino a desordenar todo el posible orden de una familia que contaba con dos hermanos, ya de 10 y 8 años, un papá trabajador y tranquilo, sin vicios, una madre hiperkinética y una abuela que era un signo de protección a su manada. El Benja era un niño muy flaco, con el pelo algo duro, hiperkinético, que siempre estaba en la necesidad de aprender cosas del mundo, de no estar quieto; rompía sus juegos para saber de que estaban hechos, corría, luchaba y entendía que necesitaba de la sociabilidad, buscando en calidad de inercia, la amistad, como parte fundamental de su vida.
Así fue creciendo el Benja, con mucha gente a su alrededor, todos los vecinos hablaban con él, las viejitas lo querían mucho porque siempre estaba para ir a comprarles el pan o para limpiar un vidrio de alguna casa perdida en su cuadra. No distinguía de la maldad de una persona a alguien de buen corazón. Eso sí, igual hubieron tardes de castigos por fechorías cometidas en el ambiente de juegos de villanos como también hubieron tardes de juegos libres donde la mente volaba sin tener ningún límite donde detenerse.
Llegó la pubertad, donde comenzaban los cambios. Los amigos se iniciaban a probar nuevas cosas, como el alcohol, las drogas, la música, etc. Todo era una locura constante, pero el Benja con toda la libertad dada por sus padres pudo saber responder con responsabilidad, sin involucrarse demasiado en los excesos. Había algo que sentía el Benja que lo guiaba y le colocaba caminos a seguir, pero este sentimiento no era importante como para darle valor.
Para el Benja, el colegio muchas veces fue un martirio, sus padres habían comprendido que lo único que podían dejarles a sus retoños era la posibilidad de una buena educación, a raíz de eso era que sus tres hijos estaban en un colegio muy exigente, llegando estos muchas veces a las lagrimas por el hecho de pensar que no podrían lograr el objetivo impuesto por sus padres y que ya estaba en su mente y corazón. No fue un niño brillante pero si perspicaz para saber cómo llegar al objetivo, siempre teniendo muy buenas relaciones con todos sus compañeros del colegio y del curso.
Llego el momento donde se debía elegir qué camino tomar en cuanto a la educación, el primer objetivo se había logrado, sus padres no contaban con muchos recursos económicos, sin embargo, habían luchado por mantener el objetivo del Benja encendido, tomando como premisa, que nada en la vida es imposible. Fueron momentos duros para el Benja porque su emocionalidad estaba tomando forma a través de muestras artísticas, además sabía que eso no generaba recursos para un buen vivir. Muchas veces sintió sufrimiento por hechos que para el mundo pasaban desapercibidos, lo que hacía quedar afuera del entendimiento de sus pares o la burla por ser un sentimental sin remedio, más aún, cuando el mundo iba al tiempo del rudo como fuerza imperante.
Benjamín siempre sentía una compañía extraña que dictaba normas en su vida, la hacía pasar desapercibida, pero no fue hasta que salió de su escuela donde tuvo que elegir que hacer para con su vida, que le tomo atención y entendió que debía dejarse llevar por los caminos propuestos por esta energía que crecía en el alma de él.
Eligió estudiar arte, sin saber dibujar, sin saber pintar, sin saber borrar; con mucho esfuerzo siguió adelante porque él sentía que debía llegar hasta el final con la decisión tomada. Hubo mucho sacrificio de por medio, sus padres a veces no tenían dinero para los materiales o simplemente para que el Benja se comiera un pancito a la hora del almuerzo. Empero él, tenía un objetivo, que era ser el mejor en lo que hiciera, tratando de ser lo más normal con las cosas que pasaban en su realidad. El Benja durante cuatro años fue un chico de esfuerzo que siempre luchaba contra cosas que en la vida parecen imposibles, pero él sentía que debía aprender. Al Benja lo podían ver en los museos dibujando figuras humanas hasta muy tarde, hasta cuando algún gentil guardia lo desalojaba del lugar. A veces se le podía ver con algunos amigos, riendo, tratando de disfrutar lo que se llama vida, siempre con una amplia sonrisa en su rostro y con un tono no menor. Se le podía ver con algunas conquistas pero nunca nada tan serio como para que le hicieran sombra a sus tan anhelados objetivos.
Llego el gran momento donde hubo titulación y el premio a tanto esfuerzo sacando una de las distinciones de la que sería su profesión. Sus padres estaban dichosos viendo como el objetivo de su hijo, que siempre le habían costado tanto las cosas, llegaba a su punto final. Sus amigos estaban orgullosos de él, ya que era una persona que siempre se ponía de pie y luchaba cuando todo estaba en contra.
Ahora para el Benja comenzaba la vida real, sin antes tener una conversación con lo que era esa energía que lo guiaba entre caminos de sabidurías. Fue una conversación dura, donde el Benja se rebeló. Sentía que no sería capaz de soportar muchas cosas de las que se venían. Esta energía le contó que su vida sería siempre de caminos extensos, donde habrían momentos de tristeza, humillación, de miedos, pero que todo siempre sería con un fin, con un objetivo; esto debía pasar así porque el destino estaba marcado y que no podía hacer nada. Pero que llegaría el día que esto tendría su recompensa. Benjamín al escuchar esto en su alma, solo atino a preguntar las razones que tenían para hacerle pasar siempre las experiencias de esa forma, que ya se encontraba cansado siempre de tener que luchar, luchar para lograr las cosas, mientras la realidad de algunas personas era totalmente fácil en lo material como en lo espiritual, que no podría seguir… la energía se hizo sentir con más fuerzas dentro del alma de benjamín y ataco diciendo: “ todo debe ir a su tiempo y espacio, no te apresures a tu instrucción de vida, dios sabe porque hace las cosas, ten calma”.
Luego de esto Benjamín, necesito un espacio de reflexión para entender lo inentendible, hacerle caso a esa energía, que podía ser solo una visión de un personaje medio loco que transita en la vida, lo dejaba mal. Pasó el tiempo y empezó vivir su realidad, pero siempre con el espíritu de lucha que lo caracterizaba desde que sus padres se lo hacían saber desde muy pequeño. Las pruebas escuchadas hace algún tiempo se hacían presentes a cada rato de la vida, pero entendía que tendrían que pasar hasta lograr lo que estaba preparado para él. Humillaciones en los trabajos, donde el ego se iba cada vez al suelo; trabajos duros, de esfuerzos que no dejaban una vida sana para la realidad, jefes ególatras, etc. pero benjamín, entendía que debía ser así. Por esta misma época encontró el amor en una linda chica de ojos de color miel. Era su vía de escape, sin saber que estaba siendo una ayuda tan importante para un alma suicida que aun no encontraba rumbo. Esta vida al encontrar sentido a la realidad, se retiraba de nuestro Benjamín, porque era la hora.
Un día muy frío, Benjamín al encontrarse solo en su dormitorio, recibió un llamado en su corazón y salió prontamente a la calle, luego de varias horas de caminata sin rumbo, entendió que ya llegaría la hora de premio a tanto esfuerzo. Pasaron algunos días y la vida tomaba otro rumbo y todo comenzaba a cuadrar en su realidad. Con esa convicción que siempre lo había hecho ser como era, lo llamaron de un trabajo que siempre soñó, conoció al poco tiempo al amor de su vida y pudo ser padre.
Al tiempo, el Benja sintió que esta energía que el siempre sintió en su alma, se había transformado en sabiduría que relucía en cada letra que hacía sonar en sus diálogos con sus alumnos de cuarto año de arte, en la universidad.